Son las plantas que germinan, crecen, florecen, y mueren en un año. Las bienales florecen, granan y mueren durante el segundo año, mientras que las vivaces florecen y granan durante dos o más años. Son ejemplos típicos de anuales la maravilla, la albahaca, el anís o el girasol. Las anuales siempre se reproducen por semillas y no forman bulbos ni otros órganos de persistencia. Algunas logran en ocasiones sobrevivir al invierno, germinar a finales de año y pasar el invierno en forma de plántulas antes de completar su ciclo de vida en el año siguiente. Así ocurre, a veces, con el guisante de olor, sobre todo si las plántulas están algo protegidas del frío. Algunas vivaces nativas de regiones tropicales, como el tomate, se cultivan en ocasiones como anuales, porque florecen y fructifican el primer año. Las plantas monocárpicas se parecen a las anuales y bienales en que sólo florecen una vez, pero recuerdan a las vivaces porque tardan muchos años en morir. Pertenecen a este grupo algunas especies del género Agave y varias palmas. Las especies monocárpicas utilizan los nutrientes almacenados durante el prolongado periodo de crecimiento lento para alimentar un único y espectacular episodio de floración y fructificación antes de morir.
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